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A pie de vía (o a pie de Vida) Preludio, Parte I y Parte II

Actualizado: 20 sept 2020

Preludio


Abandonar tierra firme sin ser marinero. A ambos lados abismo, uno en caída libre, el otro en muro vertical. Nada en el terreno invita - quizás de ahí parte de su atractivo -.

F=g mm/d2 constantemente avisando a mis pies. ¡Cuidado!, dicen, canteando para clavarse con algo de patética exasperación, mientras las piedras se deshacen bajo las suelas, y caen sin escucharse el fondo.

Si hay algo parecido a volar puede ser esto.


Estas montañas tienen dientes.



Parte I



¿Que haces cuando lo que te hace feliz empieza a ser lo que temes?. ¿lo dejas? ¿mareas haciendo cualquier otra cosa para no aceptar que lo estás evitando? ¿cambias a otra cosa?; o ¿confrontas, y vuelves una y otra vez, con la elusiva esperanza de que el miedo desaparezca? Yo siempre he pensado que la última es la única opción, pero también hay que saber reconocer cuando algo te ha vencido - una "retirada a tiempo" -. De momento no estoy ahí, aún no me retiro, pero mentiría si dijera que no lo he pensado. Esos putos precipicios, que me han dejado acobardada..."como un pájaro sin luz".

¡Anda, mira!, y de repente termino cantando un tango. No me sorprende. Algo se parece, la verdad que si.

Me refiero al tango "Naranjo en Flor", que dice: "eterna y vieja juventud, que me ha dejado acobardado". Un tango que habla, supongo, del miedo a sufrir que se aprende cuando, siendo joven, te atreves más y en consecuencia te estrellas más. El resto de la canción deja además una impecable enseñanza para la montaña o para la vida:

"primero hay que saber sufrir, después amar, después partir y al final andar sin pensamiento".

Así que dicho esto me voy a conquistar piedras, quizás algún día pueda andar sin pensamiento; pero mientras eso ocurre voy, acojonada, pero voy... . Ala, agur.



Parte II


Dije que volvería y volví. Pero no fue “veni-vidi-vici”. Ni fácil ni victorioso.


Mientras observaba la roca no hacía mas que enumerar las dos millones de maneras en las que me iba a caer. Destrepé ocho veces pasos, innecesariamente, solo para darme un minuto de respiro (gracias a Tino Núñez por enseñarme que es mejor aprender a destrepar que a caerse). Me desvié del largo por un sitio mas fácil para chaparme y poder darme el paso tranquila. Tarde 30’ en hacer un largo de 6’, aguantando la presión añadida de saber que el que te asegura te está odiando y pensando que eres un paquete - o al menos eso es lo que tu piensas, te digan lo que te digan -. Pero finalmente lo hice, llegué a la reunión - no uso “conseguir” uso “hacer”, porque es la parte importante-.

De eso va la cosa. Cada uno tiene su nivel y lo que para ti es un IV para mi es un 6c (grados de dificultad en la escalada que bien pueden ser trasladados a cualquier cosa en la vida).

El proceso fue más bien poco placentero, pero la ilusión de llegar arriba de primero sin haberme rendido es impagable - y otras veces he sentido la misma, sin llegar, solo por haberlo intentado -.

Mi padre siempre dice que el valiente no es el que no tiene miedo, sino el que lo tiene y lo hace de todas formas.

Yo creo que el que tiene miedo, pocas facultades, falta de técnica y fuerza y aún así lo intenta es un héroe.

Así que ánimo a todos los que os cuesta y aún así seguís apareciendo a pie de vía (o a pie Vida).











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