De un día como hoy, cuando vivía en Paris, y de lo mucho que lo echo de menos
Decidí quedarme la noche anterior, con la maleta ya hecha para volver a España. En menos de 24 horas ya tenía piso. Un apartamento salido directamente de "Antes del Atardecer", en un patio rodeado de plantas que parecía el trópico. Era Mayo, así que las tardes de lluvia podía dejar las ventanas abiertas y oler la humedad y la llegada distante y lejana del verano. El día que llegué perdí mi móvil, y me dió bastante igual. Estaba escribiendo mi historia, me sentía imbatible. Paseé, con una Polaroid Land Camera 100 por Pont Neuf acordándome de Leos Carax, y ante la atónita mirada de, bueno, de todo el mundo. También por el 18th, y por un postizo Montmartre - si no fuera porque allí vive Feist -. En el pasaje de Saint Paul dije "aquí me quedo", y dos calles a la izquierda encontré un memorial a las Brigadas Internacionales - sin vandalizar y lleno de flores - y me enganché definitivamente. Quise vivir en Butte aux Cailles y me enamoré al lado del centro Pompidou, gracias al comentario ajeno de un camarero que observaba en la distancia - sigo esperando vivir en esa calle, y sentir lo que creyó ver ese camarero. Lo primero lo tengo más fácil-. Me recorrí las calles buscando galerista, lo encontré, lo perdí, y no sé en que orden. Después de la emoción de los primeros meses, quedó el: pasé hambre, odié la lluvia, cambié Saint Paul por ramen de 5euros en el 13th - prefería de 2e pero en Paris no existe -, me timó otro galerista - oh, vaya, que sorpresa -, se destrozó mi polaroid, me destrocé la espalda en la mierda de cama de mi maravilloso apartamento - me la curó el maestro Lu, un hombre que posiblemente tenía 200 años, una barba hasta el suelo, que jamás me dijo un palabra, y sin embargo con los ojos, un par de gestos y un té caliente, me dio catorce lecciones de vida -. Terminé delante del Louvre comiendo una lata de sardinas sin pan, con otra amiga perdida y pobre, y finalmente perdí la casa. La ciudad me pateó el culo sin anestesia, y aún sí: NO VEO EL MOMENTO DE VOLVER.
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